sábado, 7 de julio de 2012

Capítulo 1.

Mediados de Diciembre. Todo el mundo estaba como loco, pues las navidades se acercaban. Ya se olía el mazapán, los dulces, la canela. Ya se olían los caramelos pegados en los bolsillos de los niños pequeños. Todas las casas tenían sus chimeneas o calefaciones encendidas pues el frío apretaba cada vez más, me dolían las manos de llevarlas a descubierto, pero era una urgencia. Pues no dejaba de sonar.

''Ya vamos, ya vamos...'' tecleé en mi telefono móvil contestando a Karen. Miré a mi lado a Nicole, sonriéndome, con el regalo para Karen en sus congeladas manos. Era un marco con una foto nuestra, de las tres juntas, de cuando teníamos doce años tan sólo.


 Nos dirigíamos hacia su casa, pues era su cumpleaños, pero el autobús no aparecía por ningún lado, llevábamos esperando una media hora, así que era normal que Karen estuviera impacientada, haríamos una maratón de películas de miedo y un par de guerras de almohadas, una fiesta-pijama normal y corriente.


 Pulsé envíar y levanté la vista. Lo que ví, me dejó petrificada.


 Era un chico de más o menos mi edad, parecía fuerte y musculado, pero eso no fue lo que me impresionó, no. Sus labios, en una sonrisa torcida, no hacían más que hipnotizarme, su pelo de una marrón cobrizo me dejaba en trance. Pero no, nada de esto importaba. Miré sus ojos, eran... extraños. Sí, marrones, pero reflejaban algo inexplicable en ellos, sus pupilas eran grandes y negras, muy negras, de un negro muy intenso, muy oscuro. Y ese marrón era cremoso, como el del chocolate caliente, hogareño...


 Llegó el autobús, y Nicole tuvo que darme un codazo para que me diese cuenta, estaba embelesada. Ella observo la dirección de mi mirada y, nada más subir al autobús, me dijo:


 -¿Le pregunto? - me dijo sonriendo.


 -¡No!- pero era demasiado tarde. Bajé la vista mientras Nicole hablaba con aquel chico, que me miró y sonrió. Entonces Nicole vino con el chico detras suya y sentí el calor de mis mejillas, la vergüenza en esos instantes tan grotescos.


 -Hola. -saludó sonriendo.

 -Ho... hola. - le devolví el saludo con timidez.

  Nos sentamos en dos asientos del autobús, con el chico frente a nosotras, el teléfono comenzó a sonar de nuevo, estaba a punto de cogerlo, pero Nicole me lo quitó de las manos y empezó a parlotear con Karen sobre la fiesta y todo lo demás. Noté que el chico me miraba.

 -¿Cómo te llamas?

 -Erika. - contesté.


 -Bonito nombre. - me dijo sonriendo, cuando sonreía, un escalofrío de nerviosismo recorrió todo mi cuerpo.


 -Yo soy... -empezó a decir, pero fue entonces cuando los gritos empezaron. Todo el autobús comenzó a chillar como loco, yo también lo hice, antes de notar un fuerte golpe en la cabeza y quedarme inconsciente.




 Cuando abrí los ojos, solo vi un montón de escombros, y un líquido rojo caía de mi cabeza, me toqué la ceja y una punzada de dolor me recorrió todo el cuerpo, miré alrededor y me quedé helada. Me encontraba en una especie de cementerio detenido en el tiempo, había un montón de gente en el suelo, otros sentados inmóviles en sus asientos, miré a mi lado, Nicole no se movía. Miré al frente, el chico del que no sabía su nombre tenía los ojos cerrados y un hilo de sangre caía por su boca entreabierta. Sacudí el brazo de Nicole, muerto, sin vida. Echó la cabeza hasta atrás por la sacudida, pero no se movía. 


 -Nicole, Nicole... - susurré repetidamente, luego vinieron los gritos. - ¡Nicole! ¡Nicole! 


  Posé mis dedos índice y corazón sobre su muñeca, no tenía pulso y estaba fría y pálida. El miedo recorrió mis venas a la velocidad de la luz, no estaba aquí. Nicole ya no estaba aquí, me levanté a toda prisa chillando como una loca ''Socorro'' aunque sabía que nadie podía ayudarme, pues todos estaban en la misma situación que mi amiga. Todos muertos, el conductor, el chico de los ojos bonitos, aquella señora de arrugas y mirada apagada, un señor que leía el periódico, todos habían abandonado esta vida, todos menos yo. 


 ¿Eso era buena suerte? Me parece a mí que no.